Aún así la lluvia se agradeció. La razón? Un gran partido de rugby. Ya que todo gran acontecimiento deportivo merece un digno ritual de comensalismo, me he dignado a preparar una buena merienda para ver un no menos espectacular Francia-Irlanda.
Pero, ¿qué es el rugby? y ¿qué son las VI Naciones? Vayamos por partes.
El rugby (no me extenderé mucho en ese tema porqué está en cualquier enciclopedia) es un deporte originario de Inglaterra, creado por William Ellis, muy popular en este país y en algunas partes de todo el mundo. Como la mayoría de historiadores o, en mi caso, historiadores en formación conocemos, en la Edad Media se practicaban deportes de contacto a partir de los cuales se usaba un balón que, según las infinitas y variadas reglas, tenía un destino u otro.

Mucho más tarde, cuando apareció el fútbol en Inglaterra, en 1870 más o menos, tuvo lugar una fragmentación social: los ricos apoyaron al fútbol; los pobres, al rugby. Por eso se puede entender, porqué en otros lugares del mundo arreló tan fácilmente el deporte Rey, ya que muchos empresarios extranjeros que tenían un gran capital venían a España o iban a otros lugares del mundo a fundar clubes de fútbol. Un ejemplo fue el Recreativo de Huelva, creado con mineros del Río Tinto de Huelva.
Las VI Naciones, por otro lado, es un torneo que lo disputan, valga la redundancia, seis naciones: Gales, Escocia, Irlanda, Inglaterra, Francia e Italia. ¿Por qué dichos países? Pues bien, porqué es un torneo que desde 1996 otorga el premio de Campeón de Europa del deporte que estamos hablando.
Volvemos a mi picnic prepartido. Francia e Irlanda, dos grandes naciones de rugby con mucha tradición de ese deporte. Salen los dos equipos en el campo. Sí, ese deporte también mueve masas: Croke Park estaba a rebosar, lleno completo. Suena el himno de Francia -un equipo de estrellas en ese deporte y en estética-, sin embargo la cámara va hacia el gran Sébastien Chabal, un personaje rudo llamado el "Hombre de las Cabernas" y que su estética barbuda y ruda le convierten en el gran estandarte francés. Se oye como canta La Marsellesa, ¡qué emoción y no soy francés! ¡los pelos de punta!. También suena el himno irlandés, ¡qué conjunto por Dios!, el partido ha comenzado antes de tocar el melón.
Sin más dilación sacan de centro. Irlanda tiene una defensa super bien trabajada y una segunda línea infranqueable. Francia se topa reiteradamente contra ella en los primeros compases de partido. El equipo de trébol sabe a lo que juega y hacen el primer ensayo: 5-0!
Minuto 20, Francia -a mi modo de ver- hace la gran jugada del partido. Los galos, con un gran sentido de la coordinación, cumplen con su primer ensayo obra de Poitrenaud, rápido como el viento, que recibió el pase de un Chabal muy adelantado. La primera parte, que finalizó con el resultado de 13-10 favorable a Irlanda, y en la cual el irlandés Wallace sangró de lo lindo, demostró la gran pugna que llevaron a cabo los dos equipos.
La segunda parte parecía que tenía que ser diferente. La mayor posesión de Francia no conllevó que dominaran el partido. Y así fue. Los problemas en defensa de los galos hacían mella ante la velocidad, el poderío y la polivalencia irlandesa en ataque. Un ensayo y la posterior transformación les dejó al borde del abismo: 20-10. Pero Francia resucitó gracias al gran Chabal y a Beauxis. Fue en el minuto 49: Chabal recoge un balón rechazado en medio campo... su gran cuerpo no fue obstáculo para que el francés imprimiera una velocidad titánica que dejara atrás -¡y cayéndose!- a cinco jugadores del equipo trébol... encaró a la defensa irlandesa con los ojos, con una mano se sacó a uno de encima

20-18, parecía que el partido podía cambiar en favor de Francia, pero nada. Francia acabó perdiendo y la gran selección Irlandesa noqueó al país galo de 9 puntos (30 a 21 puntos) con la misma dinámica que había caracterizado el partido en la primera parte.
Acabó la primera gran final de esa competición. Una Francia derrotada es aplaudida en forma de pasillo por los irlandeses y posteriormente los galos hacen lo mismo con sus rivales. Eso no se ve en ningún otro deporte: los rivales se aplauden, no hay más perdedor que el que se considera como tal. Me acuerdo que cuando iba a ver los partidos de mi tío en el GEiEG (el equipo de Girona), cuando finalizaba aquella gran batalla se aplaudían e incluso se saludaban y reían. Además, recuerdo que en algún partido me invitaron a participar de una merienda que hacían todos los jugadores y que el tono era tranquilo y muy, muy agradable.
Eso es deporte en estado puro, un deporte que en España no hay una mísera cadena que lo retransmita ni le dé cobertura. España tendrá que esperar muchas más oportunidades pese a ser 18ª del mundo, ya que Rumanía se ha cruzado en el camino otra vez más.
Esperemos que haya más partidos y más emoción para los fans del rugby como somos yo o mi amigo Pablo Le Barz, un compañero de mi equipo de natación con el que veré el Francia - Inglaterra del 15 de marzo, un partido muy especial para él al ser descendiente de franceses y que traspasa fronteras. Aún así, ante todo rugby.
Pau Lladó i Rebull ©
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